La actualidad y el transcurso de los días hace que sea lógico hablar del Real Madrid - Barcelona de Champions de ayer. La semifinal que enfrentaba a los dos grandes del fútbol español ha quedado casi vista para sentencia tras el 0-2 que cosecharon los de Guardiola en campo del eterno rival y que pone a los de Mourinho contra las cuerdas de cara al partido de dentro de dos semanas en Barcelona.
En este tercer clásico del mes de abril volvió a haber, como no podía ser de otra forma, polémica y de nuevo ha sido en forma de expulsión. Corría el minuto 60 de partido cuando Pepe le puso una plancha a Alves a una altura más que considerable. Stark lo sancionó con una roja directa y con la marcha del portugués terminó la presencia que el Madrid había tenido hasta ese momento. Siendo sincero, la jugada de la expulsión aún me genera duda. En directo me pareció que era de amarilla, en la repetición creí que la roja era posible y ahora mismo todavía no sé cómo debía haberse sancionado. La amarilla es justa y la roja no está mal sacada pero puede ser excesiva. En cualquier caso volvemos a lo que ya he dicho anteriormente, si juegas al límite del reglamento y con tanta agresividad como lo hace este Madrid te expones a que ocurran estas cosas. Es como pretender ir a un casino y salir forrado sin haber arriesgado nada.
Desde ese momento el Barça fue más dueño de un partido en el que ya lo había sido y Messi, tras liberarse de Pepe, fue el encargado de poner al Madrid con un pie fuera de la final de Wembley tras anotar los dos goles del Barcelona. El segundo de ellos, por cierto, un golazo en el que no deja de sorprenderme, después de lo que hemos visto, lo blanda que fue la defensa madridista.
Antes de la expulsión el partido había ofrecido más bien poquito. Intensidad, casta, ramalazos de intenciones que no conducían a casi nada y un equilibrio tal que sólo se vio a Casillas y Valdés en una ocasión. Ambos aparecieron en el primer tiempo, el de Móstoles en una buena acción del Barça que culminó Xavi y que Iker sacó magistralmente abajo. Victor, por su parte, se encontro con un zapatazo de Cristiano en el que falló al intentar blocarlo y posteriormente tuvo que corregir su error para sacar un pie felino en el rechace. Es justo decir también que cuando lanza Cristiano el jugador que coge el rebote está en fuera de juego. Me hubiera gustado ver qué hubiera dicho 'Mou' si hubiese acabado en gol, seguramente, como con el Inter el año pasado, no hubiera dicho nada.
En el segundo tiempo, tras la enganchada del tunel entre Pinto (expulsado) y Chendo y Arbeloa, la tónica fue la misma. El Barcelona seguía intentando hacer el fútbol al que nos tiene acostumbrados pero sin asumir demasiados riesgos, sabedor de lo que ocurrió en liga y en copa. El Madrid continuaba en un repliegue intensivo esperando esos contraataques que el Barcelona no estaba dispuesto a ofrecerle. Y así, en el medio de un sin fin de interrupciones, llegó la jugada de la polémica, la que cambio el ritmo del partido, la que desquició al Madrid e hizo que el Barcelona saliera, justamente en base a los méritos, triunfante del Bernabeu.
Lo mejor
Tener sí o sí un finalista en un icono futbolístico como Wembley.
Lo peor
Demasiadas cosas, como la versión marrullera de Arbeloa, desentendiéndose del balón para ir a por los jugadores. La excesiva dureza que se ve en el campo, sembrada en una gran parte por Mourinho y que provoca que más que de faltas tengamos que hablar de agresiones, como la de Arbeloa a Pedro o la de Marcelo a Pedro, el tener a un Alves que reiteró en faltas sobre Di María... quizá Pepe mereció menos la expulsión que Ramos, Arbeloa, Marcelo o Dani Alves.
Por último, que Mourinho siga rajando y diga que "le da asco". Con el fútbol que ofrecen y las declaraciones incendiarias van a conseguir que el asco se lo cojamos los aficionados al fútbol, más allá de las consecuencias que puede tener tanta violencia verbal (en la que Guardiola ha entrado erroneamente) entre aficionados.
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